Ya no soy aquella ilusión, pertenezco al plano aborrecible
Donde los deseos casi no se cumplen
Donde el mañana es la repetición exacta y maldita del ayer
Presente continúo que
desea dejar de ser posibilidad
Esa es la oscilación, dañina, el histeriqueo insensato
No tenerla nunca, ni siquiera haberla deseado como
O tener la plena certeza de que nunca arribaremos a
transformarla en realidad
Mis pasos quedaron en esa plaza, el tiempo se detuvo allí,
desde aquel entonces
Todo es luz y eternidad, quimera espiritual, instantáneas de
un pensar e imaginar
La plaza tiene otros ocupantes, que gozan más o no, incluso
les puedo enseñar o frustrar
Pugno por reconstruir ese fractal de humanidad, la plaza
mía, con mis colores, olores y sabores
Liberar esa energía demiúrgica,
ejercitar ese poder heredado a imagen y semejanza del padre absoluto
Moldear lo inmodificable, como si
fuera un texto, jugar en la plaza, con nuestras reglas y el resultado puesto,
luego reír, cantar y dejar caer lágrimas de felicidad
Escuchar los aplausos, la palmada
amiga, la mirada alucinante de la que te admira, el orgullo de quien siempre lo
supo, la plenitud de quien seguirá tus pasos
La inmortalidad anida en las
ramas de un árbol, en el viento que nos golpea en la hamaca, en las cosquillas
que nos da el bajar el tobogán…
Ser feliz sabiendo que no hay más
nada, ni certezas que lo que pensemos ocurrirá, tampoco es para todos, por mas
que lo busquen como un tesoro escondido
Debe ser eso que llaman suerte,
solo quería ganarle un tiempito al mundo ficcional, del orden, de lo
establecido, de lo formal, de lo estipulado, de lo recto, correcto, del deber
ser
Estoy corriendo en esa plaza, vencí
al tiempo, a la física, a la matemática, a la obediencia, al ganar o perder, casi
sin querer, juego a no aburrirme nunca para ser feliz…ya te voy a invitar
