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Amar la Nada


Parezco o me siento, una vez más, vencido, derrotado, abusado por este torrentoso sinsentido del que esperanzadora y románticamente durante cierto tiempo daba por desaparecido o muerto. De los laberintos se sale por arriba y de los problemas mediante la solución, lo más calmo y enternecedor es la nada que me aguarda cuando esto culmine. A la nada no se le puede temer, al contrario a la nada se la debe a aprender a amar. La nada antes que la no sucesión de hechos es más que nada la detención terminante de la expectativa, de la esperanza de esa tímida cosquilla mezcla de pulsión con respiración. La nada arranca de cuajo esa maliciosa  diferencia de tiempo entre la palabra y el acto, entre lo pensado y lo vivido. La nada es el retorno al sitio del que quizá algunos fuimos empujados, obligados, impelidos a salir. Congraciarse o consustanciarse con lanada es el acto de amor más grande que podamos realizar, es reconocernos tal como somos en nuestra justa dimensión y proporción, es responder el acertijo sin esperar que nadie nos aplauda o felicite por ello. Amar la nada es el acto más heroico y valiente, es dejar que las palabras escapen, no encerrarlas en un texto o papel, es no someterlas  a esa burda pretensión que cause algo en alguien, es que no intervengan más en nada, es dejar que la mudez y el silencio nos invadan y que no tengamos ninguna sensación por ello.