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La nada, el dolor y las preguntas
¨ El hombre es el ser por el cual la nada vino al mundo. ¨

J. P. Sartre

Al salir de la sala caminé cabizbajo, no tanto por resignación como por responsabilidad, mis espaldas cargaban un peso, el cual sobrevino en forma repentina, de ahí mi poco acostumbrado andar, un tanto meditabundo y cansino en la apariencia, vital y desbordante de algarabía en relación a mi interioridad. Lo que me resultaba un poco penoso era el hecho de que realmente me estaba habituando con interesante apego a lo que hasta no hace mucho todos estábamos convencidos de que era mi vida. Quizá los dolores de cabeza jugaban el papel de síntomas, o los ligeros malestares estomacales que en el momento gamma decían presente, tenían la intención de transmitirme algún presagio. Un torrente de dudas, acompañaron, a las primeras inquietudes que se me habían hecho presentes¿ y los treinta y dos individuos con la misma particularidad, de qué modo reaccionaron, estarían enterados, hasta qué punto esto representaba un real peligro para la buena salud del sistema?, pero ¿qué representa el sistema, si de algún modo, falló a su lógica de invulnerabilidad?,¿ falló realmente?, ¿ qué seguridad puedo llegar a tener si, según parece estoy enfermo, por ende mis planteos serán erróneos?, y si son erróneos y ponen, por intermedio mío, en peligro a un estado de cosas, positiva para la generalidad, ¿por qué entonces optaron por decirme la verdad en vez de tomar otra actitud, como obviarme, evadirme, eliminarme?, ¿no será que el decirme la verdad representa una actitud camuflada?, ¿qué significan estas preguntas que no me las puedo contestar y sin embargo me las sigo haciendo?. Las preguntas, que en ese momento eran como clavos para un aspirante a fakir, seguían revoloteando en mi cabeza, pese a tratar de olvidarlos ingiriendo un vaso agua, se negaban a retirarse, algo me decía que yo era un número al que nadie había apostado nada y que en medio del juego aparecía repentinamente con todas las de ganar.