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Literatura Extrema


Palabras, vocablos que se repiten inútilmente. Sí, nada más que conceder un profundo agradecimiento al existir, la perfecta respuesta que pretende el prestidigitador, claro que si es en forma crítica reirá a sus anchas.

Te preguntarás, porque lo hago entonces, que mensaje le puedo transmitir no solo a el, si no a mi mismo, él único, el verdadero, que estoy y sigo por su arte que la humanidad prestidigitada llama inercia o a caso el supuesto ser humano único e irrepetible creado a imagen y semejanza, vive enteramente ya sea positivas y negativas todas las experiencias que en conjunto se llaman vida.

O es mentira que todas las vaginas poseen flujo o que todos los cuerpos libran adrenalina o que todas las sensaciones son tan vivenciales como para no perdérselas, no te das cuenta que esta imagen, no reserva más que viles engaños que nos hacen disfrutar, tanto en las buenas como en las malas, lo que se nos brindo, sin que nadie lo haya exigido.
Sí, así de simple como suena, se preguntarán a cerca de los recuerdos, los sentimientos y demás, pero que placer tan póstumo y elegante siento al contestar que jamás estos me vencieron. Si poseen una esencia tan ordinaria como para estar presente en el sinnúmero de individuos, que más allá de que puedan adquirir bienes materiales, popularidad, lujo, confort o simplemente tranquilidad familiar, movilidad laboral, distracciones nocturnas o el poder apreciar el gusto de un exquisito alimento o el aroma de una mujer, como se pueden atrever a intentar conquistar a un fóbico de lo común, que además de ser analíticamente introspectivo se caracteriza por sus inocultables engreimientos de invencible. Lo más interesante es que las víctimas de su propia mediocridad, las cuales al no conseguir aquel conjunto de vulgaridades, se enfrentan al develamiento de la ilusión que es nada más ni menos que el enfrentamiento a la nada.

Claro dirás que todas las experiencias al confabularse con las circunstancias reservan ese gustito a particular que nos hace pensar por sobre la masa, como el ser elegido o único e irrepetible.

Pero que ingenua es la humanidad, que esencia barata, que misma advertencia se puede dilucidar proviene del ser.

Que grotesca ingenuidad, que maravillosa payasada es todo lo que observo y lo más triste de todo es que precisamente esto lo que te digo solo durará en ti el mismo fractal de tiempo que un orgasmo.

Y con todo esto por si tu zoncera es más profunda aún, te quiero decir que tomes tu existencia como el especialísimo particular que te consideres y vayas a persignarse ante las figuras que te indican el camino o te arrodilles ante esa fuerza que tu consideras especial y luego cuando acabes con la fausta pantomima, y con la más profunda convicción digas que lo que yo afirmo es una locura de un enfermo espiritual. Eso sí el día que lo que afirmo es una locura de un enfermo espiritual. Eso sí el día que te topes con un obstáculo y tu inteligencia no logre movilizar a la fé, no solo pido que te golpees por ser tan poco pensante ni tampoco solo exijo que te auto flageles por considerarte un objeto de alguna perdida ilusión. Además te rogaré que tomes esto texto y al acabar con el envíes una oración.

No se si para reír o para llorar, pero lo importante es que así aprenderás que solo tú puedes salvarte por lo menos aquí, que es el sitio de donde te escribo, igual a todos y cada uno de los sitios, reales o inimaginables.