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Desvelamiento.
Al Principio el Ser era todo, de lo demás siquiera pensarse podía. La luz llegó cuando se dividió al Todopoderoso concepto en cinco fragmentos que combinados establecieron una frontera con las demás entidades, las cuales destinaron sus pretensiones a imitar la pentagonal conformación.
El Firmamento se produjo cuando se concibió al Ser como un compuesto capaz de sufrir accidentes, animado por las potencias, consumado por los actos, dirigidos por una causa final y respetado por una adquisición de identidad.
La Tierra firme se concretó en el momento en el cual se halló una vinculación entre el Ser y el atributo razón, este adquirió un preponderante papel cuasi fundador que asentó o permitió el asentamiento, contundente, de determinadas definiciones.
Los Astros en el cielo llegaron, luego de imponérsele críticamente al Todopoderoso los límites del todo de su poder.
Los Seres vivientes aparecieron al concretar dentro del Ser un concepto pleno de conciencia, él cual podía adquirir atributos múltiples, hasta espirituales, llegando incluso a un absoluto.
El Hombre y la Mujer fueron creados al cabo de una larga y pésima interpretación del Ser, con la función de brindarle, a éste, un sentido, certero y real, por tanto único.
Así fue terminada la historia. El séptimo momento significo la consagración, en toda su dimensión del Ser, por tanto su eterna desaparición.
Azorado ante lo clarificador del texto, observé que desvelamiento era una escritura comparada con respecto a otro libro sapiencial, llamado Génesis y que representaba el inicio de una serie de relatos que conformaban un sentir religioso, un ordenamiento social, este nominalizado Cristianismo, tiempos anteriores, hubo de conformar una actitud para con la vida, aceptada por mucha gente y hasta sacralizada. El código, como para interpretar los textos Juánicos, precisamente era atenerse al antiguo régimen, encabezada por lo que hubo de llamarse Biblia. Estos textos, relacionados estrictamente con los Juánicos, me hicieron de una guía de lectura como para no perderme ante tanto material.
Abaddon.
4. Su llegada en cuerpo masculino, artífice propio de la desigualdad de géneros, fustigó sólo el ideal diurno de los vampiros de la existencia. La tenaz formación de sus ideas, estigmas sapienciales de por medio, derribó los claroscuros de los que se apañaban en las oscilaciones del sol y la luna. El callar de su pluma, resguardando lo virginal de la voz, arremetió contra los libertinos ditirambos de un sonar sin sentido. Lo marginal de su pensamiento, escudo emblemático de los más fuertes, finiquitó el libre albeldrío de los débiles de razón. La pureza de su andar, tinte marcado y verdaderamente aristocrático, sedujo a los creyentes de lo material. El hervor de su pasión, fuego incandescente y dominable, soterró el despreocupado andar de los animales pretensiosos de raciocinio. Su rigurosa soledad, la más fiel de las compañias, dividió el compromiso hipócrita de los cobijados en la amistad. La turgencia de su corporalidad, cualidad difícil de mantener, destrozó a los admiradores de la estética en sí. El Clamor de su verdad, el grito más lúgubre de la voz, ocluyó el vano afirmar de los sicarios de la humanidad.
Salida.
1.La impersonal identificación por intermedio de nombres, no podía representar siquiera la nominalidad de los existentes. El número vasallo bizarro de los pragmáticos fue utilizado en pos de una organizada clasificación aunque más no fuese cuantitativa. Seis mil millones eran en total los individuos, descendientes de infatigables cópulas, que formaban la Tierra.
El poder global lo ostentaba subrepticiamente un joven tecnócrata. El dijo o tipeó a su pueblo: “El mundo próximamente adquirirá un dinamismo tal, focalizado en el avance de las comunicaciones y encasillado en la sectorización de un ordenador, capaz de convertir a un individuo en un ser completamente autoabastecido y desligado de las problemáticas coyunturales o de relación, ungiéndolo en alguien capaz de sentirse realizado, verse necesario y completamente armonizado para con sus congéneres. Gestando de esta manera una sociedad informada, equilibrada, comunicada y lograda sin la necesidad de intercambio de palabra física alguna. Desterrando las dudas y forjando un ilimitado progreso”. De esta manera un basto sector del pueblo, sin las posibilidades económicas suficientes como para embarcarse en tamaña pretensión tecnológica fue quedando progresivamente relegado.
Las eclosiones sociales de Pitóm y Ramsés formaban una clara muestra de la división de las aguas, los oprimidos no sólo reclamaban pertenecer al informatizado sistema, exigían que se les cubrieran las necesidades básicas, potencializados sus justos reclamos por la vergonzosa ostentación de los favorecidos él clima se mostraba más que tenso.
El prestidigitador dio una orden a su pueblo “arrojen a los necesitados en el río de la esperanza, pero usufructúen la fe en pos del avance de nuestro mundo, pequeño pero valioso”.