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Cuitas de la política
La gente o sus secuaces, súbditos o ¨ compañeros, lo admiraban y seguían no tanto por su capacidad o por las homeopáticas dosis de ideología que algún fulano imprimiera en su movimiento, lo acompañaban porque percibían en él un hombre apto como para engrosar sus bolsillos, por ello las constantes muestras de aprobación caían en burdas adulaciones, y estas se transformaban en simples formalismos que sedimentaban una colosal estructura cuasi medieval
Los más necesitados, cosificaban su necesidad, no tanto en alimento, ropa o materiales de construcción, sino en los elementos modernos de confort, sea televisión, equipo de música, y demás aparatos electrónicos, lo que los llevaba a una tensa espera, apañada por el amargo sabor del mate.
La siguiente casta social, ambicionaba adquirir los ornamentos propios de la clase alta, es decir, vestimenta de marca, una casa en un barrio céntrico o residencial y la frutilla de la torta o el automóvil de último modelo. De esta manera transcurrido un tiempo, podían llegar a hacerse de un apellido, el cuál pudiese imponer, cierto peso en una sociedad tan necesitada de tales suspicacias.
Los Aristócratas, deseosos de conservar sus placeres tan variopintos(casas de veraneo, imponentes residencias, edénicos campos) no se conformaban con retener tales beneficios, más bien se obligaban a ostentarlos y hacían de ellos una verdadera exposición, continua, ante la sociedad.
La política es inmoral puesto que sostiene lo moral, recreándolo y haciendo de ella un verdadero círculo hermético, en el cuál todos se ven obligados a participar. Representa la generalidad de las acciones individuales e intenta instituir una justicia, que por ser una creación artificiosa del hombre, nunca llega a un estado de lo que realmente significaría lo justo.
Prebendas electorales, dinero fresco, compras de dirigentes y demás elementos habían colaborado para el triunfo de alguien sin convicciones, ni espíritu, también la conformación de un verdadero esquema de poder, un armado estratégico que incluía a sectores importantes y que sólo pedía a cambio el liderazgo del hacedor. Cuestión que algún otro, no hubo de aceptar, pues cegado por una altisonante soberbia no admitía ninguna autoridad por sobre sus decisiones y por tanto había confrontado bajo un discurso de merecimientos, bajo la exigencia de una justicia, y con ello fue cavando su propia tumba, pues olvidó que la política es el arte de lo posible, es la disputa de poder, sin reparo en fines.
Cuando Churchill habla a su pueblo ante el inminente ingreso a la guerra, dice, sólo les puedo prometer sangre, sudor y lágrimas, esto viene a cuenta a que a veces es preferible decir la verdad por más cruel que sea y no disfrazarla con una bonita mentira, pues cuando la dimensión de la realidad es tan grande, es absurdo tratar de tapar el sol con las manos. Ahora vamos al acto y tenemos que decirles a los compañeros que la elección esta perdida pero no por ello vamos a bajar los brazos, es en este momento donde debemos mostrar lo que nos diferencia, es decir, la actitud de ir siempre convencidos que tanto el éxito y el fracaso son dos impostores y que si tenemos en manos una batalla perdida, debemos rescatar lo positivo del caso, porque sí por errores nuestros nos encontramos en este situación, ahora no es el momento de lavar los trapos. Les cuento una cosa, esto de la política requiere el manejo de los tiempos, los orientales entendían perfecto y hablaban de templanza, es decir, de no perder la calma y de actuar en el momento adecuado. No serviría de nada que les diga lo que Enrique VIII hubo de decir a sus cortesanos; Cuídenme de mis amigos, que yo me encargo de mis enemigos, es decir, plantearemos esto cuando se deba plantear, ahora tenemos que mostrarnos unidos, fuertes y solidarios. De todas maneras, y esto va para todos, no se olviden que el que viola la ley de omertá tiene los días contados y todos a esta altura sabemos eso de que los accidentes ocurren. ¿Alguna pregunta?, tal hubo de ser el discurso del dirigente, quien luego cedió la palabra a varios integrantes de la agrupación, claro que luego de su monólogo ya estaba todo cerrado y no existía margen como para el accionar de los muchachos.


“Soy libre de hacer una cosa determinada a condición de que nadie me impida hacerla o me castigue por haberla hecho o me imponga la necesidad o la obligación de hacerla” (Félix Oppenheim).

“Para escribir este tipo de estupideces tenes que ser profundamente infeliz” (me lo dijo un tipo al pasar que por momentos, creo que tenía razón…)