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Al loco de la política lo tenes que escupir

Una de las tantas actividades que insospechadamente debe recolectar un mayor grado de incertidumbre en cuanto a sus resultados fácticos y comprobables, debe ser la construcción política, desde un no lugar de poder, desde el llano o desde el camino propio. Sí a esta aventura rayana con lo psicótico, le agregamos escenográficamente un lugar con características conservadoras, cómo la provincia de Corrientes, habría que ir a buscar a quiénes desanden este camino para encerrarlos en un manicomio. Tomar esta prudente actitud cristiana, no sólo nos elevaría espiritualmente, sino que además serviría a la comunidad toda, a los efectos de privarnos de tener que cruzarnos con semejantes especimenes que podría afectar la moral, el pensamiento y el futuro de nuestros jóvenes. Así como no hace mucho tiempo atrás, se logró vencer a la lepra, y tal como se combate al delito, reprimiendo y encerrando al que esta por fuera de la ley, así como se domestica al niño, metiéndolo en un jardín para luego insertarlo en el sistema de control educativo, para que luego sea un engranaje en el sistema de consumo, enajenado en una fábrica o en una empresa, tendríamos que hacer con esta clase de sujetos, castigados por divina razón por dios nuestro señor, que envalentonados por la acción de Satanás intentan interceder en la política, en la sociedad, en nuestras costumbres.
Sólo impulsados por una locura demoníaca, realizan encuentros, labran documentos y envían a los medios el derrotero de sus acciones, hasta incluso piden ser tenidos en cuenta en los espacios comunicaciones sin oblar billete alguno. Raro que aún no hayan sido víctimas de sí mismos (sea mediante la acción directa o por intermedio del abuso de sustancias por ejemplo) o que aún deambulen tratando de generar el imposible de la construcción desde fuera, menos como sea ha dicho en una sociedad que históricamente se nutre de sus capas geológicas de hombres nobiliarios sin título habilitante pero con legitimidad para ello, para que nos dirijan sean nuestros próceres, nuestros prohombres, en definitiva los hacedores de la política.
Pero forzando un poco el pensamiento está bien, que den vueltas, que cada tanto nos encontremos con su molesta presencia, a los efectos de que nuestras futuras generaciones sepan la triste vida que les puede esperar, si no nos obedecen, si no nos hacen caso, si no son como tienen que ser, tal como el plan de dios les tiene reservado su papel, regenteado por, nosotros, sus interpretes.
Sí usted ve a uno de estos imbeciles, escúpalos, no se prive, de ninguna manera, ni lo tome como algo ordinario. Manifiéstelo como una travesura, como una nueva forma de sacar el strees y la mala energía, en definitiva un acto inocente como darle de comer a un animal en el zoológico. Estos tontos se alimentan de nuestras sobras, de nuestra carroña, de lo que perdemos, ilusionándose que algún día podrán cambiar lo que nos ha sido dado y lo que mantenemos con orgullo prosaico. No piense en ningún instante que son unos vivos y que están actuando la situación como para no trabajar o no someterse a los dictados, no, están enfermos, la cabeza no les da como para vivir de otra manera que no sea la estúpida ilusión de pretender otra cosa, en vez de disfrutar lo que tienen, de conformarse, de gozar con lo que les toco.
No se apiade ni tenga resquemos en escupirlos, es lo que les hace el sistema, sabiamente, devolviéndole con indiferencia sus proyectos, propuestas, sus escritos, sus gacetillas, nuestros sabios dirigentes que por más que se dividan en las elecciones o en partidos, se unen para no dejarlos entrar, para burlarse entre todos de los loquitos, de los pelotudos, de los crotos, de estos enfermos que pretenden imposibles.
No piense que son pocos, son varios, por ello, alguien debía decir lo expresado, claro que nunca serán lo suficiente y por más que sean muchos, no tienen la capacidad de juntarse o de organizarse, sólo pueden servir como mal ejemplo, pero no se olvide de darle la escupida, así le marcamos de cerca cómo les trata y les seguirá tratando nuestro sistema, y nosotros sus actores principales debemos recordárselos con nuestra saliva a modo de alimento eucarístico.
No tema, no dude, no hesite, escupalos, ellos no tienen moral, no tienen dignidad, no tienen pasado, ni presente, ni futuro, en realidad no tienen ni existencia, tan sólo en este texto.