"El que apoya al culpable se
hace cómplice de la falta". Su autor Publilio Siro fue un escritor latino
de la antigua Roma. Fue hecho esclavo, pero gracias a su talento se ganó el
favor de su amo, que lo liberó y educó (a diferencia de las esclavitudes
modernas en donde la máxima expresión de libertad es que te brinden la posibilidad
de ganarte un salario que apenas permita la subsistencia, una suerte de condena
para no dar cuenta de lo corto de las cadenas). Recibió el premio de César en
una competición en la que venció a todos sus rivales, incluido el célebre
Décimo Laberio en los tiempos en que los premios y las distenciones eran tales,
y no reductos de la baja politiquería para comprar favores a cambio de caricias
a la vanidad. De sus obras queda únicamente una colección de
"Sentencias" (Sententiae) y la siguiente es tal vez la más contundente,
sobre todo en los tiempos actuales en donde, la sociedad civil, pretendería que
se cumpla "iudex damnatur ubi nocens absolvitur" ("El juez es
condenado cuando el culpable es absuelto.") tal máxima, tan determinante,
efectiva y sencilla. La complicidad en la falta, y que hace culpable al que
apoya al truhan, cuando es lesiva de la cosa pública, se transforma en crimen
de lesa humanidad, como pretender borrar con una sentencia la imprescriptibilidad
de haber asesinado en nombre y con recursos del estado, o pretender asesinarlo
a este, mediante el transfuguismo electoral, o la asonada institucional de
haber accedido a un cargo por un partido, frente o espacio político y antes de
terminar tal función abandonar tal conducto o carro por cualquier excusa fútil.
Bien lo expresaba el Loretano
Oscar Portela, quién no aprovecho como el otro (habría que ver sí esto es bueno
o malo) su genio poético para que el estado le bancara sueldo de legislador para
él y su pareja, “Llamar a reflexión a una sociedad con vocación de suicidio permanente. Y pedirles
a nuestros diputados y senadores nacionales y por qué no provinciales, al
Gobernador de la Provincia etc. una ayudita para los amigos. A que pregunten si
que necesita la familia de alguien que vino para enriquecer el patrimonio-
angaú- del espíritu de los Correntinos”. Oscar al expresar contundentemente
estas realidades, se ganó el olvido, la indiferencia y hasta el desprecio de
quiénes se consideran tanto sus pares, como quiénes debían administrar el
estado como para hacer políticas públicas y culturales. A tal punto siguen
batallando contra Oscar, que a tres años de su muerte, siquiera recuerdan,
institucionalmente, su fecha de natalicio, un 13 de mayo como el de ayer. Pero
claro, Oscar encarnó en una idea, en una figura, la del poeta eterno que debe
lidiar contra las nimiedades de tipos temerosos, que huyen despavoridos por el
temor a ser humanos. En tal condición, la de la humanidad, se encuentran
valores, como por ejemplo la lealtad, hacia una función, la de ejercer
públicamente un espacio dentro del poder político, sin agachadas, sin atajos,
sin sinuosidades.
Para ello y habiéndonos dado
cuenta que se constituía en un gran problema para el campo atestado de hienas
republicanas, el asentarse en principios inflexibles como el descripto, es que
avanzamos en proyectar, propuestas como las siguientes, a los efectos de evitar
mayores males democráticos:
Los bloques parlamentarios
deberán corresponderse con los partidos o frentes que fueron electos sus
integrantes, no pudiendo los legisladores cambiarse de bloque o crear uno nuevo
hasta la finalización de su mandato. Esta limitación le corresponderá también al
vice que ejerza como presidente nato del cuerpo. Caso contrario, quiénes manifiesten
una conducta política que no se corresponda con la adoptada por la mayoría del
bloque o espacio político por el que fueron electos, deberán presentar su
renuncia en forma indeclinable.
Se propone establecer el sistema
que posee la República Plurinacional de Bolivia (los diputados que pertenezcan
a un mismo partido político, jurídicamente reconocido, se organizarán en una
Bancada Política. La división de las Bancadas ya constituidas, no dará lugar al
reconocimiento de otras nuevas, hasta la conclusión del período constitucional)
o la de Costa Rica (Los diputados se consideran integrados a la fracción del
partido por el cual resultaron electos y ninguno puede pertenecer a más de una
fracción) a los efectos de modificar el actual sistema Argentino (el nacional,
del cual se desprenden o adhieren casi todas las provincias) que facilita,
solamente mediante una nota reglamentaria, que un legislador que ingreso, por
la lista, por el espacio, por los pilares de la institucionalidad democrática,
como son los partidos o frentes electorales, luego, al asumir, o al tiempo de
ello, con cualquier tipo de argucia política, cambian de bloque, o crean uno
nuevo, birlando la esencia y el espíritu mismo de la representatividad y por
ende de lo democrático. Este fenómeno, que mal se llamó en Argentina “De
travestismo político” o “Borocotización (en homenaje a un Diputado que ni bien
asumió por un espacio político, se pasó o cambio de bloque, edificando a partir de su
apellido un término que denota la traición política, no ya a un espacio sino a
todo el sistema representativo) seguramente no será evitado, por una normativa
como la que se propone, pero al menos, administrativamente se plantea una
modificación que no facilite este tipo de conductas tan nocivas para nuestras
actuales democracias.
Mientras todo el concierto de lo
establecido políticamente, plantea en escena, supuestas discusiones nodales,
acerca de cambios o de transformaciones en lo electoral, vemos con preocupación
que esto no es más que una suerte de pantomima nimia, que contribuye a un juego
de fuegos artificiales mediáticos, que a lo sumo, mejoraran lo obvio, es decir
una mera cuestión metodológica. Que en vez de que el ciudadano, ceda su
representatividad, mediante un sobre donde ponga una boleta en papel, como lo
venimos haciendo desde hace décadas, y lo empiece a hacer mediante oprimir un
botón en una máquina electrónica, no puede constituirse en el cambio radical o
la tan mentada transformación que se nos vende, con bombos y platillos.
Ni siquiera pretendemos que el
cambio, la transformación o la modificación, sea conceptual y que por ende
discutamos, el pasar de una democracia agonal (tal como lo plantea con claridad
meridiana y condicionada, el sistema de balotaje o doble vuelta, con su
polarización tan preestablecida) a una consensual (como el sistema Español, el
del Vaticano para elegir Papa, o el de las viejas organizaciones precolombinas)
tampoco el rediscutir el pasar del actual sistema hiperpresidencialista (que se
derrama en las provincias en un sistema hipergobernadorista) a uno
parlamentarista. No se trata, como se plantea a nivel económico, una discusión
de shock o gradualismo. Se trata de lo basal de nuestro sistema democrático, y
al menos, con esta como otras iniciativas, pretendemos que se respete un poco
más el voto del soberano y por ende la lógica de la legitimidad representativa.
La pobreza, la marginalidad y
todo lo que genera la exclusión (falta de educación, problemas con adicciones,
etc) vendría a ser como la esclavitud moderna, es decir condición necesaria del
gobierno del pueblo, así como los Griegos, idearon la democracia en las polis
con ciudadanos con menos de cinco mil habitantes y un sinfín de esclavos, la
versión moderna de nuestra democracia, sostiene la esclavitud, con una realidad
aún más cruel que la del tipo encadenado y azotado a latigazos, más no así su
imagen, a la que nadie presta atención, o a la que ya nos hemos acostumbrado
(asentamientos, pisos de tierra, techos abiertos, panzas llenas de aire, mugre
en las narices y en los cabellos, pies descalzos y rostros simiescos) a la que
cada cierto tiempo, el de las elecciones, aquellos elegidos (los políticos),
van, saludan, le llevan un bolso de comida, una ayuda, un beneficio, un
instante de ciudadanía, para que en ese breve pasaje humanizante, estos lo convaliden
con el voto que les brinda las prerrogativas a los políticos, ya transformados
en la casta superior.
Somos pocos, los que leemos, los
que entendemos, los que hemos tenido el raro privilegio de escaparle a la
esclavitud señala, a la pobreza estructural que no nos hubiera permitido
alimentarnos y con ello nos hubiese dificultado el desarrollo neuronal. Como si
esto fuera poco, y para los pocos que entramos en esa segunda fase, las
estructuras creadas para convencernos que el gobierno del pueblo es el elixir
de los dioses, son más que efectivas y condicionantes. La educación, la
religión y el trabajo, son las tres patas de una mesa que alinea, determina y
somete, cualquier tipo de espiritualidad, o libre pensamiento, que se atreva a
discutir esto mismo. En caso de que el ánimo del irreverente no sea controlado,
la penalidad del encarcelamiento, la locura o la marginación, le esperaran al
preso, loco o al imbécil. La medicina es la etapa final, o mejor dicho la
antimedicina y su asociación con el desarrollo de lo técnico, le aguarda al
rebelde con la guadaña afilada, de propinarle, mediante la excusa del stress y
demás argucias de índole medicinal, un infarto, un cáncer o un derrame
cerebral.
Escaparle a todas estas fases,
debe ser un milagro, proveniente de alguien mucho más justo y ecuánime del que
llaman Dios, y lo menos que se merece es una nota, como la presente, como para
dejar testimonio que estas excepciones existen, para confirmar la regla
Pero todo es en definitiva
cultural, como lo dijimos y quiénes comprendamos esto, debemos obrar no contra
hombres, ni nombres, sino contra un sistema, que produce en serie a aquellos y
en cantidades industriales a quiénes le temen a estos, la ecuación es fácil, no
será posible convencer a la gran mayoría en tiempo acotado, sino más bien en
tiempo prudencial, a quiénes están signados a ser popes por el sistema, es a
ellos a quienes le debemos dirigir nuestras canciones y loas más efectivas para
lograr cambios que se impongan y sean perdurables en el tiempo.
Y porque no desconocemos que los
textos son diálogos en el tiempo, deseamos finalizar de la manera más sensata
para lo filosófico, que es el reinado de la pregunta, dirigida a quiénes pueden
detentar un circunstancial poder, para que las puedan responder en la
magnificencia de sus soledades o en la grandiosidad de sus actos públicos y de
aquí la razón de este proyecto, de imponerle límites radicados en principios
constitucionales, para que no hagan y deshagan a su antojo, cuando sólo le
hubimos de ser, condicionada y parcialmente, cierta representatividad en un
determinado contexto (por ejemplo un espacio o partido político por el que
ingresaron y mediante el que los votamos y que no puedan cambiarlo en el tiempo
que dure su mandato)o que en caso de que lo hagan, que renuncien a los cargos
por los frentes que fueron elegidos y que una vez dentro del poder piensan en
fraguar o violar tal confianza que les ha sido dada.