Por más que no estemos de
acuerdo, o que incluso trabajemos como para lo contrario, lo cierto es que la
gran mayoría (que es en definitiva lo que sostiene la legitimidad de lo
político) aún se maneja con una lógica binaria,
con un blanco o negro, substrato explicativo de lo que se dio en llamar
la grieta (posiciones políticas agonales que surgieron como táctica de
gobiernos de sesgos populistas o progresistas) que muchas veces nos condena al
diagnóstico de ser una sociedad bifronte o bipolar. En nuestra pequeña aldea,
en la comarca, en la estancia chica, en las cuatro avenidas indelebles en
nuestras cabezas , un ritual típicamente adolescente, llevado a cabo por hijas
de quiénes creen tener títulos nobiliarios (al punto que hasta poseen casi una
ley educativa propia, habiendo retardado como en ningún otro lugar, salvo
Córdoba, la posibilidad de que estudien hombres y mujeres, la implementación
sin castigo, culpa ni oscurantismo de la ley de educación sexual y no dejando
en claro nunca el sistema de inscripción, que como mínimo debería ser
transparente y requerir una cuota especial para los padres, que sean altos
funcionarios del estado, y que abonen en proporcionen a lo que ganan o enajenan
del propio estado, al que además le exigen que le enseñen gratis a sus niñas) desato
tal malestar en la alcurnia, que la misma se esparció en los medios de
comunicación. Los que tuvieron que dar espacio a la noticia, al ceño fruncido
de los señores de la sociedad que necesitaban el reflejo del escándalo en los
matutinos locales, como para que la reprimenda en casa, tenga mayor dramatismo.
Igual las chicas se casarán con quiénes sigan garantizando que las castas se
mantengan y que los muchos (esos que llenan las misas, que caminan las
procesiones, que aportan, crean o no,
por imposición constitucional, y que nunca podrán mandar a sus vástagos al
colegio eclesial, porque el ingreso es en verdad una clara muestra, del cerco
como para pertenecer al círculo rojo social, a la familia política, judicial o
estatal) que se sacrifican para que esos pocos vivan muy bien, crean en la
justicia de la vida eterna y se ganen el paraíso etéreo, a cambio del valle de
lágrimas, de la crotera, contante y sonante, en nombre de dios y las buenas
costumbres, que aquellos pocos no respetan, ni respetarán. Y es esto, lo que en
plena ebullición hormonal, nos están diciendo estas pobres cristianas, que en
un acto de humanismo, reaccionan, natural y sanamente, ante tanto dogma, ante tanta
imposición, ante el crucifijo usado como cinturón de castidad. Están vomitando
años de conceptos que les fueron inoculados. Las caretas que usaron para
disfrazarse, la usarán con purpurina y lentejuelas en carnaval. Se gastarán,
autos y casas en trajes, que las pibas de barrio, las que están fuera de la avenida,
compartirán sólo en fotos de red social, serán reinas y bastoneras, en
concursos, réplicas de las inscripciones oscurantistas del colegio del que
provienen, de los ingresos al judicial en donde podrán terminar trabajando,
manidos, turbios, sospechados, calibrados en la camándula. El paseo por el
punto neurálgico de la Ciudad, el pleno de las cuatro avenidas, más luego la
repercusión mediática de la travesura, les da la razón. Son las dueñas de
corrientes, o sus padres, por ende lo serán en un futuro próximo, o al menos de
la correntinidad. Usan caretas más por una cuestión conceptual, carnavalesca, que
por temor a una supuesta infracción o a ser descubiertas. Son lo que han mamado,
lo que siguen mamando y lo serán en la continuidad de una mamada que es mucho
más que una metáfora de índole sexual. Están más allá del género, de la clase,
son la condición. Son las mujeres deseadas, las profesionales exitosas, las
esposas ejemplares y que estoicamente, están preparadas a sostener las formas
de una sociedad de las que son amas y señoras. Sí salpicar con algo de orina,
al otro con quién se compartieron años, de una disputa de estudiantina, termina
siendo una agresión, casi punible por algún código de convivencias y replicado
severamente por medios de comunicación que escriben decisión la primera con s
en sus tapas (alguien alguna vez me
señalo, como queriéndome adoctrinarme que mis párrafos eran muy largos y mis
puntuaciones muy escasas. Claro, que sí, no creo que escribir sea transmitir un
mensaje, si creyera eso, me comunicaría en morse. Para mi escribir es pensar en
otro plano, es ir y venir, al compás de una musicalidad, a la que no me gusta
ni corregirla, ni tampoco cercenarla con puntos y comas, en pos de una supuesta
economía del lenguaje, o de clarificar algo, como la humanidad misma que de
claridad no tienen, por suerte, una coma) estamos más que perdidos.
Prueba cabal de que estamos
perdidos, es que esos mismos medios de comunicación, mientras compartían la
indignación social por las chicas del Sanjo, daban prensa a la reforma política
que caía en el Senado e informaba, que uno de sus protagonistas, el Ministro
del Interior, visitaría la ciudad tomada por asalto por las gurisas.
Menos mal que cayó la cosmética
propuesta de cambiemos en la cámara alta. No tanto porque tal cosa signifique
un triunfo para los senadores de la provincia gobernada por Gildo Insfrán hace
24 años, o el resto de sus pares que la frenaron. Sino más que nada, que los
cambios de forma, terminan sedimentando
el fondo, que es en verdad lo que debería ser cambiado. Combatir el principio
de Lampedusa, que maquiavélicamente planteaba cambiar todo para que nada
cambie.
Lo que debería ser trabajado, o
lo que deberíamos rescatar, es el artículo 38 de la constitución nacional.
Todos sabemos que de la gran mayoría de artículos que no se cumplen
(extrañamente el artículo 2, por ejemplo, se sostiene a rajatabla) este al
menos, desde el funcionariado, es decir
por todos los irresponsables que son parte del problema, reconocen como
injustificadamente incumplible; casi en un sincericidio masivo, afirman que los
partidos políticos, están muertos, en vías de extinción o son sellos de goma,
carentes de legitimidad real y hasta simbólica. La propuesta, o lo que
pensamos, antes que perseguir con el puntero, o con la biblia a jovenzuelas en
ebullición hormonal, para luego hacerles bullyng mediático, es precisamente
trabajar sobre esto mismo. Por ende que las fuerzas vivas de la comunidad,
también lo hagan es al menos una exclamación de deseo, una cuestión de fe.
Sería más que necesario, claro
como lo decimos nosotros desde el barrio (como teorizamos con el cupo
generacional, con el voto compensatorio, como planteamos la reforma por
plebiscito y declaramos, en idea y letra, el Vera como patrimonio histórico
entre tantas travesuras) nos pasa lo del adagio de “que va a cantar bien, sí
vive acá a la vuelta” y tenemos que tolerar (es decir pagarle de nuestros
impuestos, mediante las convocatorias de cultura o de escuelas de gobierno),
que cada vivo que viene desde las ciudades con más luces, a repetirnos
consignas perimidas y que se sacan de google, también salga en los medios que
replican las chicas tirando orina y los orinados por Rimbaud que acabamos de
señalar, pagados por nuestro gobierno que va para adelante.
El estado, debería, realizar una
afiliación masiva a todos los habitantes que se transforman en ciudadanos. Es
decir a medida que ingresan al padrón electoral, mediante un algoritmo, la
totalidad de los ingresantes, debe ser divida por la cantidad de partidos
existentes. Es decir si ingresan en las próximas elecciones, 30.000 nuevos votantes,
deberían ser divididos por la cantidad de partidos, supongamos 100. La
afiliación compulsiva, debe ser una carga pública, para salvar a los partidos.
Para generarles afiliados automatizados, que podrán salirse de tal condición a los seis meses. En
ese tiempo los partidos podrán convencer a sus afiliados obligados por el azar
a permanecer en ellos o convencer a otros. De esta manera se terminaría el
cerco cerrado, el gueto, la pyme en las que se transformaros los partidos.
Caería el festival de afiliaciones truchas en la que hemos caído, de acuerdo a
lo que confiesan los propios encumbrados hombres de la justicia electoral.
Por supuesto que esta propuesta, está
fundamentada con tantas citas, como razones. Por supuesto que esta propuesta no
conseguirá la traducibilidad de ser ley, porque no buscamos esa finalidad, dado
que aún estamos más prestos a pensar en cómo festejan el término de año
nuestros adolescentes.
La política se la dejamos a sus
padres, que a su vez, se la dejan a los que sacian sus intereses personales. La
política está condenada a ser el presidio mediante el cual una gran minoría
vive muy bien, correcta, moral y culturalmente, mientras usted, hace lo que
puede, son su vida, con su economía, con su diversión; y ojo con reaccionar y
mal, terminará preso, en el mejor de los casos, sin empleo, se lo dijimos no es
una cuestión de clase, sino de condición, hasta que usted no sé libere de sus
cadenas de esclavo, de sus cuatro avenidas inscriptas a fuego en su mente,
ellos seguirán mando, como dios quiere y manda, o en verdad, como le dicen
ellos y usted, les cree. ¿Hasta cuándo?.