Popular Posts

La danza en suspenso (Un homenaje a Dionisio Soler)


La muerte es la pareja de baile a quién en forma permanente y constante debemos mantener entretenida, tenerla siempre un paso adelante, para postergar la obvia epifanía del telón que cae, y la memoria, tan estimable como el público,  dirá como este mediante su aplauso si nuestra pieza ha valido la pena como para que se nos recuerde.
Llevar la cultura y el arte desde el nombre es un condicionamiento, pero dejarse guiar por tal señal en la vida y hacer de ello un predicamento, ya no es para cualquiera, mucho menos si además se hace escuela, y un milagro sí se cultiva la grandeza de espíritu para ver y  reconocer a otros en el mismo sendero y desmalezarlos con el propio cuerpo.
Quienes trabajan exhibiendo sus sentimientos se someten a tantos dolores, como frustraciones y desencantamientos, pero de ellos obtienen la energía, para otra coreografía en el escenio, el aplauso es el alimento, perecedero como adictivo, y el reconocimiento, siempre postrero.
Nadie se va si no se lo olvida, por más que suene a falsa melodía, es ley en la vida que los artistas se van de gira y sólo son vistos en su completa dimensión en el cortejo.
Qué bien le bailaste a la vida dirán tanto público como émulos, que difícil es ser artista en estas bellas tierras murmuran otros, proyectos e ideas aún no realizadas, infinitas, llantos y emociones fuertes de tu final de obra, extraerás a borbotones, con la certeza de que ha sido una gran obra y de que lo sabías, retumba mi última charla cuando decías “Yo quiero que al menos un azulejo lleve mi nombre cuando ya no esté”, en esto te equivocaste, y grande, porque será mucho más que eso, el tiempo dirá; ese que ahora te reclaman tus amigos y seres queridos por considerarlo escaso y el que te  agradecemos por siempre quienes compartimos hechos culturales, el placer de haberte conocido, de haber aprendido y compartido un escenario, la contundencia de que honraste tu nombre Dionisio y que a la danza de la muerte, le pegaste el paseo estético de tus pasos elegantes e inolvidables que así sentencian los aplausos eternos.
(Francisco Tomás González Cabañas, Escritor).