La Venta de Humo en la política
La mano del hombre, entre tantas cosas, ha obtenido en la técnica, un brazo imprescindible, que le permite recrear o regenerar lo natural, por intermedio de artificios o simulaciones. Jean Baudrillard, un ensayista Francés, describe en sus diferentes textos, de que manera lo artificial, la reproducción de lo natural, se transformó en nuestra actualidad, en lo real, en lo auténtico, en lo valedero.
En la guerra del Golfo, el primer ataque a Irak, Baudrillard, despertó del ensueño a los cronistas y al público, señalando que tal conflicto bélico no se había producido, lo que en realidad hubo de ocurrir, fue un teatro de operaciones de simulacro, meramente virtual.
Claro que al lector común, esta apreciación le sonó como música para sus oídos. Existía un culpable, el águila imperial, que pérfidamente engañaba al mundo. Lamentablemente para esos lectores de billiken, para el ensayista Francés, para los conceptos que vertía, él análisis era más amplio, contemplaba las conductas del hombre contemporáneo, del ciudadano común de hoy en día.
Los que prenden hasta el hartazgo los fuegos artificiales, para festejar la natividad de Jesucristo o el año nuevo, en realidad lo hacen por el mero hecho de hacerlo. Porque es una tradición, porque al otro día no se trabaja, porque se come y se toma mucho. Porque se ven esas caras que sólo en ese tipo de cenas se observan.
La realidad se oculta detrás de máscaras, como las del carnaval, que nosotros mismos ayudamos a consolidar. Nuestra actitud cómplice, fomentada y difundida por mercenarios de la comunicación, nos sentencian a eternizarnos en este mundo de fábula y mentiras.
Baudrillard, narra que el sida es una enfermedad paradigmática, dado que en el acto íntimo de una relación sexual, uno debe intermediar con un preservativo, al hacer el amor sin protección, podemos contraer una enfermedad terminal cómo traer un hijo al mundo. La técnica siempre es determinante en estos tiempos que corren. No deseo ir muy lejos, pero sin los recursos tecnológicos, quizá no escribiría esto.
El problema no son los fuegos artificiales, existen y quién se divierte con ellos adelante, lo único que hay que tener en claro es que duran muy poco, y largan mucho humo. Cómo los políticos con alta presencia mediática y sin propuestas, cómo los eméritos doctos que defecan en la ética, cómo los artistas e intelectuales que brillan por la mera provocación o por el roce social, cómo los miles de súbditos que por unas migajas no conocen lo que es la libertad.
A algunos tontos, puede que nos llegue una cierta molestia, por el estado virtual de las cosas, pese a ello, somos rehenes del sistema de salidas temporarias, que nos brinden la certeza que nunca podremos obtener pero que estamos condenados a buscar. Abrazando la tecnología que nos costará el exterminio de nuestros recursos naturales, construimos redes sociales, virtuales, donde, más allá de la comunicación y de la exposición pretendemos mposibles, como tomar cervezas, comer rosquetas, fumar cigarrillos, pertenecer a grupos, militar causas, todo, por intermedio de un click.
Cuando en una determinada mayoría, el amor real, duele tanto, que se prefiere establecer un vínculo cibernético, manteniendo sexo y despertando en los protagonistas sentimientos serios, por más que no existan intercambios de fluidos, esa mayoría genera una realidad, antes inexistente, que debe ser considerada como tal, independientemente de lo que parezca a ojos de quiénes se manifiestan en la vida con otros parámetros.
Los griegos que nos legaron la democracia, consideraban natural no sólo la homosexualidad, sino que se sospecha (al menos etimológicamente) que la pedofilia era socialmente estimulada. Foucault murió de Sida, dejándonos como herencia sus textos.
Quizá nuestros sistemas actuales, que nos movilizan a vivir tras una pantalla, desde la sexualidad, hasta el amor, pasando por la militancia política, sea una manifestación clara, de que en realidad lo que no controlamos, o se ha salido de nuestro control o de nuestras intenciones concientes, es un sistema de político, administradas por meros oportunistas que ni siquiera reconocen que no se pueden controlar ellos mismos y por tanto difícilmente, desde lo conciente, puedan cambiar las cosas para bien en nuestra comunidad.
No solo quemando algo se produce humo, o mediante hielo seco, tambien fumando y mas alla de que el tango lo defina como un placer, se sabe mediante la ciencia que el costo tras una bocana es muy alto para la salud de quien lo haga, por mas que en el momento de hacerlo no lo parezca. Como la politica y los politicos vendedores de humo, duran un ratito por mas que para ellos sea una eternidad.
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