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Tratado sobre el mal

Dolor, tristeza, espasmocidad, sufrimiento. Toda esta aglomeración de sensaciones profundas son causa directa de la terrible confabulación que elabora el intelecto con el fin de no aceptarlas como tales.
La gélida y adusta mirada soberbia de una bella mujer, rápidamente se convierte en un primer paso para una rutilante conquista.
El pujante y cálido consejo de un padre, se transforma en una bonita prueba de inseguridad existencial.
La inexplicable desaparición de señal alguna por parte de las divinidades, son una ineluctable prueba para la fe.
La falta de lógica en los manejos sociales, deriva en la irresistible tentación de imponer un cierto orden dentro de una grandilocuente anomia.
La segmentación molecular de la temporalidad, anima a la creación de una despampanante y pegajosa rutina.
La voluptuosidad radical de las realidades fisiológicas es consecuencia obligada de una infecciosa enfermedad terminal.
Los elaborados y acompasados ritmos de una música se troca en una cuestión de vil metal.
Las tranquilizadoras y gustosas bocanadas de tabaco, son canjeadas por serios riesgos de adquirir una grave patología.
La inconmensurable génesis del saber, lentamente va adquiriendo la forma de la ignorancia más supina.
La armoniosa y valedera conversación con un amigo deviene luego en un simple momento de distensión.
El frondoso y entusiasta espectáculo, sea de cualquier índole, llega a banales momentos de compenetración animosa.
El paróxico grito de la angustia más profunda por considerar esta insoportable pesadez no puede convertirse en un valiente postulado que afirme “Eh aquí la vida donde dentro de este conjunto de nefastos elementos, yo que soy condición misma de estos, me encuentro parapetado aceptando tal condición”.
Y por esta elemental circunstancia el mal siempre va a estar presente, porque si se lo abordara en su completa conmensurabilidad solo existiría este. Y como ya sabemos gracias a la esencia misma del hombre, todo se transformará en una bella luz cristalina en donde el mal deberá transformar sus imponentes principios para hacer pie en la excelsa trampa que el hombre le puede llegar a tender. Es más que obvio que las palabras encarceladas en un papel no pueden convertirse en otra cosa que no sea un exitoso libro y este es el espacio en donde el mal tiene asegurada su batalla. Ésta es la desgarradora voluptuosidad de nuestro enemigo. Ésta es la inexpugnable defensa que convierte al adversario en invencible. Ésta es la sensación que todos perciben en algún momento y al que no dedica ninguno. Esto es una reacción, como puede ser un estruendoso llanto, un lastimero grito, un estudiado suicidio, una linda poesía, una bella obra de arte. Reflexionemos entonces cual puede llegar a ser el medio más fuerte para combatir contra el gigante y si casualmente no es la reacción a la que nosotros estamos acostumbrados, resignémonos a aceptar la salida optada (sea consensuadamente o no), total un poco más de dolor no creo que signifique algo de gran importancia.