Nada debería haber sido de otra manera.
Intentó creer que todo pertenecía a la misteriosa órbita de lo onírico. Su rostro hinchado, indicaba que había dormido mucho, la pesadez de su cabeza sentenciaba que había tomado en demasía. La gris mañana, pese a todo, le arrancaba una sonrisa. Y su pipina como siempre estaba simplemente ahì, esperando ver ese rostro casi romano que le indicaba que vivía en un sueño hecho realidad. La panza de tres meses de su amada, le indicaba que en seis meses más sería padre. Tamaña responsabilidad, en aquellos sombríos tiempos de crisis, de todas maneras, el matrimonio se las arreglaba como para que nada faltare en el pequeño hogar y por sobre todo la presencia omnisciente del amor, auguraba un feliz porvenir. La pipina, tal el sobrenombre que venía desde los tiempos de noviazgo, preparaba con amor y paciencia unas deliciosas tortas fritas, su marido, algo perturbado por un tormentoso sueño, prendía la televisión, como para enterarse de las noticias del día.La pava hervía, y la mujer depositaba la séptima cucharada de yerba en el mate. La conversación discurrió sobre aspectos varios de la realidad de la pareja. Es decir de las andanzas de la joven perdiz soledad, una abogada de clase media empobrecida, que vestía con ropas de primeras marcas y que cenaba en restaurantes de alta cocina, y que pese a esto aún no podía resolver que deseaba de su vida y junto a quién lo pensaba realizar. La plática matinal del mate, también incluía al joven profesional Van Kemenade, una verdadera excentricidad posmoderna, es decir un hombre sumamente narcisista, a quién su propia inteligencia lo eclipsaba de tal manera, que sus raros peinados, su elegancia, y sus comentarios agudos, quedaban siempre en un segundo plano. Desde ya, que entre mate y mate, aparecía la adusta figura de Zulma, hermana de sangre de la pipina, madre del pequeño y travieso franco, de tan sólo dos años de edad, y esposa del simpático y bonachón Nico, dueño de una pequeñaempresa familiar. Tras charla y charla, sonó el timbre, un ruido que hubo de interrumpir los sabrosísimos mates. Buscaban a la pipina, es decir a Viviana, a la Doctora Viviana, era ni más ni menos otro doctor, quién juntamente con la esposa del pipón debían presentar un escrito en tribunales. La mujer lo hizo pasar y lo presentó a su marido. El docto, con un dejo de soberbia, saludó al hombre, con una mirada pertinaz y por sobre el hombro, tomó asiento y juntos esperaban que la doctora terminara de cambiarse. El pipón, optó también por cambiarse y dejó sólo al doctor. Una vez en la pieza, el matrimonio intercambió información acerca de lo que iban a hacer en el día. Salieron presurosos los tres, los doctores abordaron un taxi, el pipón en cambio tomó la línea D de subterráneo. En la estación Callao, bajó con las expectativas que aquél sería un gran día, caminó media cuadra y se encontró con un hombre de mediana estatura y gran porte, se presentó como Tito Luraschi, unantiguo amigo de su amada, y le entregó un sobre manila de color madera. El pipón sorprendido por tan raro encuentro prosiguió con su caminata rumbo al trabajo, se detuvo en un kiosco para comprar sus infaltables cigarrillos. La kiosquera, en vez de entregarle el atado, le dirigió la palabra, le comentó que se llamaba Florencia, y que le faltaban dos materias para recibirse de abogada, y que tiempo atrás había sido compañera de facultad de la pipina. El pipón, más sorprendido aún, comentó que hacía cinco minutos que se había encontrado con un tal Tito Luraschi y optó por dejarle a Florencia el sobre de papel madera. Se alejó del kiosco y tras media cuadra, un hombre parado en la esquina de la calle corrientes y callao le entregó un panfleto que tenía impreso lo siguiente: Resulta difícil explicar la complejidad de sucesos que nos tocan muy de cerca, es decir de aquellas problemáticas que cada uno de nosotros las vive día a día. Pero más difícil es aún determinar, la felicidad que nos embarga, cuando vivimos en un estado de completa tranquilidad, de sorprende paz y armonía. Llamar a la Médium Quiroga Karina. El pipón recordó que tal persona había sido amiga de su enamorada, entonces ante la sorprende cadena de casualidades entró a un locutorio como para llamar a la Médium. La línea daba permanentemente ocupada, salió de allí el hombre, a esa altura algo ofuscado por tanta casualidad y se dirigió al trabajo