Popular Posts

La Metafísica de los pobres

Me volvía a encontrar con los fantasmas, con la angustia y con la profunda necesidad de olvidarme de pensar, de especular de razonar y, por tanto, de existir. Visitaba cementerios por las mañanas y bares por las noches, de tal manera despilfarraba mi tiempo. Lentamente este submundo me hubo de llevar al paradisíaco edén de las drogas. Rodeado de nuevos amigos iniciábamos la jornada con marihuana, la extendíamos con ácidos y por lo general acabábamos con cocaína o heroína. El tiempo se detenía, las sensaciones se volvían más intensas, los semáforos hablaban y los automóviles se transformaban en hormigas. Las mujeres nunca osaban negarse y todos parecían estar plagados de tolerancia y bondad. Del asfalto surgían simpáticos pitufos y del cielo bajaban cómicos dragones. Botellas leales, abrían las turbias aguas del alma y rociaban mi cuerpo, envenenando mi organismo y embriagando mi alma. Noches amorfas, noches bizarras, teñidas por la claridad de la destrucción y ocultas por la oscuridad del alba. Tiempo estancado en el vértigo de la nada, eternidad estampada en el seno de la voluntad aniquilada. Tales sensaciones absorbían mi espíritu, cegando mis pensamientos, que pugnaban en forma vana por hálitos de coherencia y calma.

En tal averno hube de conocer la metafísica de los pobres, la verdadera filosofía inherente a la condición humana. Comentarios desgarradores, historias de horror, impregnadas de sufrimiento y espasmo. Menesterosos y parias que permanentemente hablaban de amores, traiciones y valores. Eximios docentes que daban cátedra acerca de la vida, de sus tragicómicas caras. Los pobres y sus desdichas, los cuales los llevaban a una reflexión permanente de la naturaleza del ser, contrastaban seriamente con la visión de los pudientes y sus máscaras, pues expropiados de lo superficial, impedidos de acceder a los objetos materiales y obligados a permanecer en el mundo de la escasez, ostentaban, con soberbia humildad, el más preciado de los bienes; La libertad del pensamiento y con ello la reflexión profunda. A mis oídos llegaban frases comunes, que poseían lo conciso y certero de la experiencia, relatos plagados de dolor, que ocultaban lo angustiante de las lágrimas, pues los carenciados no entregaban la cruel verdad de sus palabras y en cambio transmitían la sabiduría elevada, esa que habla de las mortificaciones y placeres permanentes, constitutivos, por antonomasia, de la esencia más enconada. Pese a que mi cerebro, abotargado de drogas y excesos, no podía coordinar coherencia alguna en la voz de los menesterosos, encontraba el bálsamo justo y con ello el baño bautismal en sacras y templadas aguas.

Paralíticos, drogadictos, niñas violadas, conformaban el coro de ángeles que la existencia me brindaba. Cervezas, drogas o charlas, las excusas perfectas como para descubrir luego la metafísica de los pobres y con ello la verdad del alma. La universidad, mi futuro, Maruja y el trágico pasado habían cedido en forma rapaz ante una vida tan disipada. Muy dentro de mí, sentía que nada podía llegar a sorprenderme y en aquellos interminables días, empalagado por el calvario, pensaba en que ninguna circunstancia habría de cambiar un destino sentenciado. Cada una de mis células percibían el final tan anunciado y tan sólo aguardaba la triste decisión de los prestidigitadores celestiales.
Huyendo de mi mismo, escapando de mi arrojo a la existencia, evadiendo a la colosal condición de ser humano, me encontraba rodeado de excesos. Pastillas de múltiples colores, botellas a medio terminar, dentro de una densa y perniciosa humareda, me demostraban que continuaba traicionándome a mí mismo y que por tanto ninguna acción de vida podrían llevar la etiqueta de la lógica o la coherencia.
¿ Cómo poder evitar los preceptos indiscutibles del sistema social? ¿De que manera manifestar cuán equívocos resultan para el hombre? ¿Bajo que medio hacer expresa una Crítica?, ¿Me escucharán acaso?, ¿Tendré la oportunidad de ofrecer mis conclusiones?, ¿ Le interesará a la gente que tan preocupada esta en poder tener dinero como para comer?. Interrogaba, ya sin pasión, con un dejo de angustia la joven mujer, al vaso de vodka, que inmutable y con la mudez misma de un objeto, tomaba la silenciosa y arrogante voz de la sociedad toda.
La solución de un problema, crea otro conflicto, puesto que ni los problemas ni las soluciones son universales, es por ello que adquirieron el grado de eternas gracias a la finitud del hombre que en el afán de hacerse con la inmortalidad va creando la génesis de los conflictos; es decir, los intentos de solución.