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El Valor de Recuperar la ideología en la historia

A quiénes derraman tinta meliflua, seguramente provienen del muladar de las almas egoístas, y el gobierno nacional y popular les debería cobrar un impuesto por estigmatizar, con esa hipócrita concepción de que pelean por la libertad y la esencia de la humanidad, cuando tan sólo persiguen el pueril objetivo de ver engordadas sus cuentas bancarias, por intermedio de sus gordos patrones que circulan en voluptuosas camionetas a doble tracción.

De lo contrario no se entiende; en caso de que se hayan educado en instituciones privadas enjuiciar a los directivos, o en caso de haber asistido a las públicas, volver a sentarse en los pupitres, o lo que sería más fácil y justo, dejar de engañarse a ellos mismos y a la comunidad toda, y más aún cuando esparcen sus garabateos en el teclado y le dan un enviar desde sus cuentas de correo electrónico, para decir que la historia es, fue o debería seguir siendo la sistemática tontería de billiken de héroes infantiles y fechas marcadas a fuego, el viejo y querido concepto cipayo, extranjerizante, vergonzoso, la befa tenaz a la inteligencia y la cultura general de que mediante la gaseosa y la hamburguesa, que remonta al pan y circo, al inacabable show de televisión, escudados en estos nuevos opios del pueblo, para decir que todo es gestión, administración, todo es aire y sol, nada se discute, todo es sonrisa, ninguna palabra levantada, ni rostro enjuto, el club de la buena onda, mientras ni siquiera estos escribas, ni sus padres educantes, manejan la cosa, lo hacen sus patrones, esos gordos egoístas, y hablamos de la gordura no en cuanto enfermedad, que la es, sino como actitud egoísta, de dominio clasista, esas panzas abotargadas de vinos caros, de carnes grasosas, de lujuria vip, de palcos, de excesos, todo lo que muy pocos sabemos, porque la gran mayoría aún sigue sin saber, pero con la diferencia de que no todos tenemos o hemos elegido la triste, petulante y masturbatoria finalidad de tratar de ser como otros, de esos otros encima que son como son, como ya los describimos y usted los conoce, sino simplemente ser mejores, como lo quiera dios o quién diablos, pero al menos un poco más justos y solidarios.

Como el oculto pacto, sellado en la exultante corte de san Valentín, de un opulento seno materno succionado por una vergonzosa membrana que va tomando forma de labio de un pequeño o del conmovedor encuentro entre una temblorosa y desvencijada mano con un firme y lustrado bastón. Como el declarado concilio, firmado en el facineroso palacio de Cupido, de una reluciente joya introduciéndose con angelical parsimonia en el miembro extendido del amado, o de un virgen diploma entregándose con académica solemnidad en manos de un ansioso profesional.

Nada más y nada menos que el versátil, fulguroso y mítico circuito de causa consecuencia.

Nos los existentes, del mundo nominalizado Universo, reunidos en una porción de espacio físico, por voluntad y decisión de nuestro libre albedrío, en cumplimiento de preocupaciones profundas, con el objeto de constituir la unión de los particulares, afianzar la libertad, consolidar la verdad, proveer el espacio necesario al saber, promover un movimiento cultural de vasta amplitud y asegurar los beneficios del bien como fin último: Para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del Universo que quieran participar de este movimiento; ratificando la irrevocable decisión de constituir un mundo socialmente armónico, económicamente independizado de la voluptuosidad de las representaciones que puedan sujetar el espíritu y políticamente locuaz acerca de una idea que persiga al saber e invocando la protección de toda divinidad o de ninguna, exclamamos, brindamos y establecemos este texto para toda la inconmensurable cantidad de seres humanos.

“Ser libre es actuar para transformar lo que existe¨.
C. Marx