Se trata del II Congreso
Internacional de filosofía y educación en nuestra américa, a llevarse a cabo en
la universidad nacional de Cuyo, los próximos 12, 13 y 14 de noviembre. El
autor quién ya conferenció en distintos ámbitos académicos del mundo, entre los
que se incluyen la Universidad Complutense de Madrid, la de Guadalajara en
México, la Nacional de Rosario y del Nordeste, alcanzó esta nueva aceptación
que lo convierte en un autor a nivel local como internacional que despierta
interés y atención en los foros del pensamiento.
Sí bien el filósofo se encuentra
redactando su corpus teórico, que conforman las 9 tesis que han sido tenidas en
cuenta en los ámbitos intelectuales, la referida al campo de la filosofía
política, denominada el voto compensatorio, es la que genera y concita una
inusitada atención dado lo pretencioso e innovador de la propuesta.
La misma pretende, deconstruir el contrato social,
resignificar el principio de igualdad y acotar el sentido de lo polisémico de
lo democrático. En términos prácticos la propuesta se define para que en los
turnos electorales, las personas que han sido “olvidadas” por el estado, marginadas
o en situación de pobreza, el voto de las mismas, valga nominalmente más que
del aquellas personas en las que el estado está presente.
Así lo plantea el filósofo en sus consideraciones “Todos los
días y años en que el estado no estuvo para estos ciudadanos, estará el día de
la elección, mediante la fuerza que le debe devolver para que el voto de estos,
se diferencie de quiénes sí han tenido al estado en sus vidas o días más allá
de una elección.
Este empoderamiento, o devolución, significará la posibilidad
de que estos puedan defenderse en su dignidad, cuando sus representantes o
candidatos a representarlos vayan a intentar seducirlos mediante la dádiva, la
prebenda o el intento de compra directa de sus votos, haciendo uso y abuso de
la situación de marginalidad a la que están sumidos, por ese mismo estado que
nos lo defiende y que tiene como representantes a esos que van en busca de
explotarlos en su dignidad, pidiéndoles que los voten trocándoles la decisión
por algo puntual.
Esto generará que la legitimidad de la representación, se
ajuste a derecho, pues aquellos que no tienen o cuentan con el estado que les
debe garantizar al menos no estar en la situación de pobreza en la que se
encuentran, siendo presa fácil de los extorsionadores del voto, como de la
delincuencia (como salida económica o como mecanismo de defensa ante un sistema
que los discrimina y repele), y de todo tipo de enfermedades que les produce el
esquizoide mensaje de que son parte, pero no tienen lugar, ni oportunidad de
sentirlo o vivenciarlo, readecuando a la democracia representativa en su
instancia más crucial, simbólica y paradigmática, como lo es el momento de la
votación o la elección.
Hacer visible, en la contundente forma, de que todos
aquellos a los que nuestro sistema tiene afuera, valen como voto el número de
cinco (5), nos impelerá a trabajar seriamente en generar una democracia
verdaderamente inclusiva, más allá de los detalles de lo ideológico, lo
partidario o lo cultural de cada pueblo que se precie de habitar y de convivir
bajo un régimen en donde la representatividad, no tenga vicios de origen, o
apañe situaciones históricas de desigualdad, injusticia y marginalidad, para
sostener la perversa mentira de que todos en la misma proporción tenemos la
misma contemplación del estado, del que
sí, en este caso, sin excepción todos hemos cedido en nuestra libertada
política para su conformación.”.