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Chaque la Pirá Cambota


Me inicié políticamente con las campañas de Alberto Di Filippo, aún no ingresaba a la adolescencia, por tanto tampoco había debutado como hombre en el más concreto de los significados, sin embargo, ya le tomaba el gusto a la política.
Mi padre, era uno de los coroneles de ese peronismo, su estudio y nuestra casa, eran un desfiladero de compañeros y de personas que no hablaban de otra cosa que no fuera como cambiar la realidad, de cómo conseguir votos y de cómo sacar al pacto del gobierno.
El peronismo se encaminaba al gobierno, la gente acompañaba en masa las caravanas, las caminatas, en cada barrio, en cada pueblito, en cada esquina de Corrientes eran multitudinarias, se esperaba el paso de Alberto como si fuera el mesias.
Sin embargo, lo que expresaba el pueblo, tenía su intermediación en el colegio electoral, una alquimia construida por los conservadores, laboratorio, desde donde nacía el fenómeno Tato Romero Feris.
Tras semejante derrota, cimbronazo, en el ´95 se realizaron internas para definir cargos electivos, un año después para elegir candidato a gobernador.
En estas dos, más que participar, las vi de cerca, mi padre, fue protagonista, y más allá de la anécdota de haber perdido por mil votos, de que se otorgaban electrodomésticos y chapas, y de que en el transcurso de la misma, los compañeros se daban con un “caño”, tirándose cuestiones personales por los medios, lo cierto es que, fue el origen de que el peronismo, la última vez que presentara candidato a gobernador, en el ´97, fuera dividido.
Es difícil, no en realidad para mí, dado que viví mucho tiempo en Buenos Aires estudiando filosofía, pero sí para alguien criado en una sociedad tan patriarcal como la nuestra, criticar a un padre, pero no sólo en aquel entonces, sino también ahora, que mi actividad política es intensa y autónoma de cuestiones familiares, decir que mi viejo se equivoco y se equivoco feo.
Lo que se armo por fuera del PJ, el Frepanu, triunfó en las elecciones, pero los peronistas, ni siquiera parte de ellos llegaron al poder, sólo a ciertos cargos, donde ni siquiera pudieron darle trabajo ni a sus colaboradores más cercanos. Esa experiencia no fue para nada positiva, los que se pensaron ganadores, a expensas de dividir el partido, tuvieron una victoria pírrica, condenable orgánicamente, y desgastante, dado que no pudieron contener ni a sus dirigentes más cercanos, y defraudaron la expectativa de que llegarían al gobierno, que tendrían poder, mientras el socio mayor y gobernante, los destrataba como tales en el marco de esa alianza, donde supuestamente estaba el peronismo o parte de él.
Este recuerdo viene a título de lo que ocurre en la actualidad, donde tras una interna, que a comparación de la recordada, se la puede calificar como sana y limpia, donde los sectores que acompañamos a Fabián Ríos obtuvimos el consenso no sólo de los compañeros afiliados, sino también de los independientes.
Ya estoy viejo como para seguir creyendo que las decisiones políticas se cambian por la discusión razonables de las ideas o de las estrategias, pero por esa misma razón, no renunciaré a que la generación de mi hijo pueda pensar la política y la sociedad a través de estos conceptos.
Por tanto, el pasado que viví como hijo, el presente que vivo como dirigente político, tiene que servir para el futuro de nuestros pequeños.
Nunca ha servido el irse por fuera del partido, tras haber participado en una interna, por más que los idos obtengan cargos electorales o de gobierno.
Y quizá en esta elección, algunos compañeros, repitan la historia de este peronismo que no accede al poder desde el ´73, y se den la cabeza contra la pared, en el sentido personal y político, quizá hasta sea necesario, porque no darle el derecho a pensar que ellos serán los mejores negociadores, y que hagan que la mística peronista esté en un gobierno por más que el candidato a gobernador no sea peronista y ya haya sido gobernador, por más que obviamente, desde el sentido común, la historia y todos los libros, le adviertan que se están equivocando.
Es difícil entender que no todos “puedan cobrar” en lo electoral, que hay que dejarle espacios a los oportunistas, a buenos socios, a nuevas incorporaciones, y que en definitiva, por más que estemos convencidos, como nosotros desde nuestro movimiento lo estamos, que traccionaremos muchas adhesiones si nos dan la oportunidad de un juego electoral, tenemos que estar preparados, para que el conductor, con sus virtudes y defectos, sea en definitiva, quién resuelva, lo que el ajustado tiempo no permite que defina el elector.
Siguiendo una lógica de pensamiento muy básica, será más fácil que todos los peronistas, que creemos que mediante nuestro trabajo militante y social, podemos transformar la realidad de Corrientes, lo hagamos una vez que el compañero Fabián cambie su oficina de la Calle San Juan, o la reciente de Calle San Lorenzo, por él de la Rosadita Correntina.
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